Pensar en el Padre José hace que vengan a mente muchos recuerdos de momentos compartidos junto a él: fue quien me bautizó, quien me acompañó en la preparación de mí primera comunión y confirmación; en la adolescencia fue referente e impulsor de mí motivando y acompañando como guía en la formación de un Grupo Misionero del que fui parte junto a mí hermana y otros jóvenes del pueblo de "Diego de Alvear". Cómo olvidar sus visitas a mí casa donde comía junto a mi familia y teníamos extensas charlas que reflejaban su sencillez y gran sabiduría. Todo esto hizo que tenga por él un gran aprecio y lo considere una persona especial.
Allá por fines del año 2016, mi vida se puso a prueba con una enfermedad, desde el primer momento sentí mucha fortaleza para enfrentar la situación y el diagnóstico. Esa fuerza interior me la dio la fe de creer y confiar en la voluntad de Dios y del Padre como intercesor para que se de el milagro. Me entregué a los médicos y al tratamiento que debía hacer pero diariamente le rezaba, imponía su imagen frente a los estudios que recibía y a las velas que prendía. Día a día todo iba saliendo bien, los estudios reflejaban que en muy poco tiempo había una evolución favorable y gran reducción del Linfoma de Hodgkin. En ese momento surgió la oportunidad y decidí presentar mí caso al postulador Luis F. Escalante para dar testimonio de la grandeza y poder del Padre. Este lo recibió en Italia y fueron analizados, y evaluados por médicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario